En un modelo donde toda la sanidad pública sea pagada completamente por los trabajadores en activo, estos tendrían que descontarse mensualmente 370 euros. Si la pagaran todos los residentes, la cuota a abonar al mes sería de 133 euros.
Respecto al capítulo de ingresos, también de forma muy aproximada, vemos que se recauda en impuestos un 15% del PIB, 1/2 directos (IRPF 3x Sociedades) y 1/2 indirectos (IVA y Especiales). De las cotizaciones de Seguridad Social se obtiene un 10% del PIB (suficiente para pagar todo el gasto sanitario pero no las pensiones).
En un modelo minarquista, el Estado pierde la mayoría de sus funciones y solo se hace garante de la seguridad de sus ciudadanos (policía, prisiones, tribunales y defensa: 3% PIB), de algunas mínimas infraestructuras esenciales, de los costes de transición para pasar las pensiones a un modelo de acumulación privado donde cada individuo se hace responsable de su futuro, quizá de la etapa de educación inicial obligatoria (3% del PIB) y probablemente de la sanidad pública donde no hay opciones mucho más eficientes y donde el mercado libre no funciona adecuadamente al tratarse de la salud, lo más valioso.
Este sustancial cambio haría perfectamente viable fuertes bajadas de impuestos, principalmente de los directos que son desincentivantes para la economía (cabría hasta el modelo búlgaro: IRPF y Sociedades fijo 10%), sustitución del complicado IVA por un impuesto a la venta en etapa única, más reducido, y, por último, sustitución, de la cotización a la Seguridad Social por un directo pago sanitario, donde se pudiera vincular la reducción de costes del sistema (ligeros copagos) a la reducción del costo mensual del contribuyente.