
El sociólogo de origen polaco, W. I. Thomas, formuló el teorema que lleva su nombre de la siguiente manera: Si las personas definen las situaciones como reales, estas son reales en sus consecuencias. Esto quiere decir que las personas actuamos en base a percepciones no necesariamente realidades. El financiero Soros definió su teoría de la falacia fértil (ya expuesta en nuestra web en el 2008: enlace) basándose en el mismo principio. El teorema también explica el gran interés por controlar los medios de comunicación.
Abundando en la misma idea, el brillante sociólogo, Robert Merton, desarrolló el concepto de la profecía autocumplida por la cual, aunque un acción se base en un postulado erróneo, el hecho de creer en él, hace que a la postre el postulado inicial termine siendo cierto. El clásico ejemplo es el de la quiebra de un banco sano por rumores infundados sobre su solidez que hace que los clientes comiencen a retirar sus depósitos hasta, al final, efectivamente, hacer quebrar el banco.