4.10.13

Helados y muerte

El gráfico que ven a la derecha nos muestra la correlación entre el consumo de helados y el número de asesinatos en una determinada ciudad. Algunos podrían pensar que cuando tomamos helado, nos salta una vena asesina y nos tiramos a las calles para cometer nuestros crímenes. O quizás, aunque menos probable, otra explicación pudiera ser que tras un asesinato, nos dé una irremediable necesidad de saciarnos a helado durante una semana para lo cual compramos hasta vaciar nuestro supermercado.
 
Lógicamente, todos ustedes se dan cuenta de que la causa común es el calor. Simplemente, según se acerca el verano, el calor se hace insoportable y nos volvemos más viscerales (más propensos a locuras). De forma simultánea, sube el consumo de helado por las altas temperaturas.
 
Esto no es más que un ejemplo trivial para distinguir entre correlación y causalidad. En este caso, por lo dispar de los entes que participan de la correlación (helados y asesinatos), no se nos plantea duda de que ninguno puede ser causa de lo otro. Sin embargo, de forma sorprendente, a poco que las dos variables se parezcan, en política y economía es muy, muy, muy (oops, 3 veces) confundir correlación con causalidad, por lo que, para reducir el número de asesinatos en la ciudad, la mejor idea es... prohibir el consumo de helado.