El colibrí es una de las aves más pequeñas, preciosa, con un vuelo casi estático maravilloso. Por eso mucha gente suele tener comederos para ellos próximos a sus casas. Por otro lado, es un pájaro migratorio que huye de las bajas temperaturas (aquí pueden ver un pequeño vídeo), y cada año se muda buscando el buen tiempo.
Y aquí aparece la maldición: si se alimenta al colibrí durante el verano y NO SE PARA unas semanas antes de que venga el otoño, el colibrí se acostumbra a la comida, no migra y muere por las bajas temperaturas.
Algunos sectores de la economía están alimentados como colibríes y por tanto destinados a su desaparición. Además, se crea un efecto curioso: el mercado, conocedor de la protección no interviene en ese sector, no se atreve a luchar contra los poderes establecidos, y el sector no innova y decae por inanición.
Cuando Edison inventó la bombilla, quizás los fabricantes de velas se enfadaron, pero todos agradecemos la mejora.
Los argumentos para mantener el estatus suelen estar relacionados con la protección al ciudadano. En muchos casos es solo una excusa. La mejor regulación en la época de la información e internet es la MASA. Por eso recurrimos a rottentomatoes.com para decidir qué película ver, o tripadvisor.com para los hoteles o restaurantes... Y funciona extraordinariamente bien.
En mi próximo viaje a Estambul, pienso utilizar Uber, en vez de los taxis habituales. Es un servicio seguro y fiable. No hay regateos, ni "no hablo inglés", "no puedo parar aquí", tampoco hay vueltas turísticas no deseadas. Realmente, ¿de cuál nos fiamos más: de Uber que a poco que puntuemos mal el servicio el conductor deja de pertenecer a la empresa o del regulado servicio de taxis?