5.9.18

¿Son mejores las empresas que reparten dividendos?

Cuando un negocio tiene beneficio, este se puede repartir entre los accionistas en forma de dividendo, pero también se puede dejar dentro de la empresa para hacerla crecer. Las dos soluciones tienen lógica según el tipo de mercado y el momento en que opere esta empresa. Además, dependiendo de los países, pueden también existir matizaciones fiscales.

Esta es la teoría, pero como el inversor pequeño no tiene forma de dilucidar la solución óptima tiene que encontrar la que estadísticamente le sea más favorable. En este sentido hay infinidad de artículos académicos al respecto, con disparidad de opiniones. Como casi siempre en el ámbito financiero “el demonio se encuentra en los pequeños detalles”.

La Constitución de Estados Unidos se basa en el juego de contrapoderes, donde el Presidente puede vetar al Congreso y el Congreso al Presidente, por ejemplo. La idea detrás de este esquema es que el incremento de leyes y regulaciones resulta perjudicial para el país, por tanto, los vetos que impidan aprobar nuevas leyes son buenos. De la misma forma que el incentivo de los políticos es hacer el estado más grande (no el país), el incentivo de los directivos de las empresas es hacerlas crecer, en muchos casos por motivos bien discutibles. Si realmente una empresa tiene un proyecto nuevo, claro y rentable, no le resultará difícil buscar financiación para el mismo. Esta búsqueda servirá como filtro adicional para evitar ideas peregrinas.

El dividendo resulta un freno para el crecimiento de la empresa, lo que en muchos casos es positivo. La idea primordial de cualquier compañía es servir a la sociedad ofreciéndole algo valioso en contraprestación por un dinero que en parte debiera retornar a los accionistas de la compañía. En el caso ideal, una empresa se centra en lo que hace mejor, busca su tamaño perfecto adecuándose a su mercado y se convierte en un cajero automático para sus accionistas.

Comparando el comportamiento de acciones que consistentemente reparten dividendo con el mercado en general, se desprende que no hay una ventaja clara para ninguna de las 2 opciones. Según los períodos de tiempo elegidos se pueden sacar unas conclusiones u otras. En cualquier caso, sí parece que las acciones que reparten dividendo son menos volátiles (¿menos riesgo?), lo cual es lógico al filtrar en principio empresas que no ganan dinero.

Para estos estudios, en muchas ocasiones, se utilizan lo que se llaman los Aristócratas del Dividendo. El índice de bolsa americano S&P 500 creó en mayo del 2005 un subíndice con estos Aristócratas. Para poder pertenecer a este selecto grupo, las empresas tenían que haber incrementado su dividendo durante más de 25 años consecutivos y tener una gran capitalización bursátil. Ejemplos de empresas que pertenecen a este índice son: Coca-Cola, Colgate, Wal-Mart, Johnson & Johnson, Nucor, Chevron o AT&T. Hasta ahora los Aristócratas han dado una rentabilidad de casi un 3% más anualmente que el S&P con una volatilidad sustancialmente menor.

Sobre los beneficios, el porcentaje que se reparte como dividendo se llama ratio de distribución de dividendo o en inglés payout ratio. Una ratio de 90%, por ejemplo, implica que casi todos los beneficios se reparten cada año a los accionistas. En ocasiones se verán ratios superiores al 100% pero puede ser debido a ajustes contables o simplemente a estar usando deuda para pagar los dividendos. Obviamente, esto no es lo más sano en el tiempo.

Sin entrar en muchas más profundidades, hay dos conceptos que se han de separar: las acciones que pagan mucho dividendo y las acciones que hacen crecer el dividendo. Estas últimas son las que se encuentran en tendencia hoy en día.

Desde el punto de vista del inversor individual, lo que más interesa es valorar hasta qué punto el dividendo es sostenible en el tiempo. Muchas veces, operar con sentido común en sectores defensivos, esto es, los que en un momento de crisis siguen funcionando bien como la comida, la electricidad o la sanidad..., puede ser la mejor arma.