13.10.14

Inflación

De alguna forma, muchos piensan que la inflación es como la sequía o que el sol se ponga todos los días, un hecho natural. Quizá lo sea, porque la avidez por el poder es connatural en el ser humano, pero ni mucho menos es inevitable, ya que viene producida por actuaciones económicas tangibles y provocadas.

En general, se entiende por inflación el crecimiento continuado y sostenido del nivel precios de una economía. El IPC actuaría como indicador agregado. La definición formal de inflación, sin embargo, puede ser más compleja y depende de las distintas escuelas de pensamiento económico. La Escuela Austríaca considera la inflación directamente en su origen: la emisión de papel moneda, esto es, inflación es el incremento de la masa monetaria (de nuevo, existen varias definiciones de lo que es masa monetaria). Desde este punto de vista, no es posible tener aumento generalizado de precios sin tener emisión de moneda. Obviamente hay un desgaste de los bienes y una creación de nuevos bienes (con posibles cambios de productividad), pero esta variación es despreciable frente a la emisión de dinero. Por resumir el concepto de forma más sencilla: inflación es el aumento de la masa monetaria y la subida de precios de los bienes es la consecuencia. Ahora surge la pregunta, por cierto de máxima actualidad, acerca de si siempre que se incrementa la oferta monetaria necesariamente suben los precios.

La subida de precios no es tan directa como muchos economistas prevén tras la pura creación de dinero. Depende del mecanismo utilizado y la utilidad que se le dé. Desde la caída de Lehman Brothers, se ha asistido a un incremento espectacular de lo que popularmente se llama "impresión de billetes". En realidad, no hay más billetes circulando sino que la FED y otros bancos centrales expanden su balance con el objetivo de desapalancar a las entidades financieras. La idea es que ese dinero al no salir del balance de los bancos comerciales, dificulte una subida de precios en la sociedad.