Sin entrar en más detalles y desde un punto de vista puramente nietzschiano es indudable que el ser humano tiene la propiedad de ser sociable. Una forma de desarrollar esta característica es ayudar a los demás. Pero, ¿cuánto?
Hay personas que se circunscriben a su círculo próximo, otras que ante la posibilidad de realizar un donativo a extraños argumentan o se excusan que las ONG´s establecidas pueden ser una farsa o no llegar todo el dinero (solución: información, no todas son iguales), otras que dan su propia vida, esfuerzo, tiempo y dinero por los demás... Ante esta variedad de casos, ¿cómo hayar una solución de compromiso entre nuestro hedonismo y nuestra generosidad?
Se manejan 2 cifras habitualmente: el 0.7% del PIB en un nivel nacional e históricamente el diezmo, que surgió para alimentar a la tribu de Leví y correspondía a un 10% de las cosechas, ganados... (beneficios) del resto de las tribus de Israel. Una media entre las dos cifras sería un 5%. Realizar donativos del entorno de esta cantidad sobre nuestras ganancias totales (¿libres de impuestos?) puede parecer razonable.
Excluyendo lo obvio, el mayor beneficio de realizar donaciones es el relativizar el valor del dinero, que no es más que una herramienta y no un objetivo.