15.8.14

¿Saben por qué nos gustan los dividendos?

Es muy habitual llegar a discrepancias cuando se comentan distintos modelos de inversión. Por ejemplo, respecto al comprar y esperar (se compra una cartera de buenas acciones y no se venden), muchos argumentan que si se sabe que el precio es desmesurado es momento de vender y simplemente buscar una corrección u otra oportunidad mejor. Hay técnicas que parecen decirnos si los precios están caros históricamente, como el PER (cuántos años de beneficio tendremos que esperar hasta recuperar nuestra inversión) o los gráficos. Otros, por el contrario, nos dicen que quizá se anticipe una corrrección vendiendo la cartera pero habitualmente nos adelantamos, pues las circunstancias extremas pueden llegar a serlo aún mucho más, además de dificultar la vuelta al mercado, pues nunca se sabe si la corrección ha terminado o si ya es muy tarde y los precios han subido tanto o más que cuando se vendió inicialmente. Entendemos la polémica. Es un asunto donde cada parte puede tener su razón, aunque al final puede depender de factores sicológicos del inversor.

Otro estrategia que genera polémica es la elección de una cartera de acciones con dividendos altos versus una donde no se tenga en cuenta. De nuevo, el punto de vista de los que no creen en el dividendo es que si una compañía gana dinero y luego lo reinvierte en nuevos productos, inmuebles o en mejorar sus procesos, se está ganando valor y eso se reflejará en el precio. Además, en ocasiones, los incrementos de patrimonio tienen un tratamiento fiscal más favorable. Por otro lado, los que creemos en los dividendos pensamos que es para lo que uno invierte en un negocio, para recibir unos beneficos anuales. Por otro lado, dentro de los márgenes normales de dividendos, las empresas generosas en repartir sus beneficios con sus accionistas suelen ser más estables y conservadoras. Y por último y más importante, si unos gestores tienen exceso de liquidez pueden tener unos incentivos perversos para embarcarse en aventuras arriesgadas (miren el caso de Telefónica en los buenos momentos: Lycos, Endemol, Digital...), mientras que en el caso de escasez necesitarían el visto bueno de los financiadores (bancos, por ejemplos) y mucho mayor rigor.

Donde mejor está el dinero es en nuestro bolsillo. Recuerden el extraordinario momento de Matthew McConaughey en El Lobo de Wall Street donde lo que se prioriza es SU dinero en el bolsillo y el de los clientes enredado en el "fugazzi".