7.7.16

Velocidad del dinero y tipos negativos

Dijo Ray Dalio que la clave para mejorar la economía de un país es obtener un crecimiento nominal superior a la evolución de la deuda (excelente artículo aquí). Con un ejemplo, tenemos una visa en números rojos y un sueldo que sube un 2% al año, si el agujero de la visa crece menos de este 2% anual, al final podríamos acabar con la deuda. Dalio además habla de crecimiento nominal, esto es, crecimiento real más inflación. Los gobiernos por tanto, ante la dificultad de crear crecimiento, intentan generar inflación para que la enorme deuda nacional disminuya con el tiempo. Imprimen dinero, lo que en principio debiera generar inflación, sin embargo parece que esta solo aparece en determinadas clases de bienes y no de forma general. El motivo parece ser la caída en la velocidad del dinero.

La velocidad del dinero es el número de veces que se realiza un transacción con el dinero. Ejemplo: 

- Camarero recibe 3 euros de propina, coge un taxi y usa estos 3 euros para pagar el taxi, el taxi para en un bar y se compra un bocadillo con estos 3 euros: velocidad 3.
- Cliente no da al camarero la propina, se vuelve a casa a ver Juego de Tronos: velocidad 0.

La evolución de la velocidad del dinero es muy psicológica y de difícil manipulación. Los gobiernos están intentando aumentarla situando los tipos de interés en territorio negativo: si dejo el dinero en el banco, tengo que PAGAR intereses. Su lógica se basa en que para evitar esta situación, el ciudadano va a usar su dinero. Equivocados. No se han leído a Bastiat y sus "consecuencias inesperadas" (enlace aquí en inglés). Lo que en realidad está ocurriendo es todo lo contrario:

1. El ciudadano ha incrementado el ahorro para suplir la ausencia de intereses.
2. El ciudadano se asusta ante la excepcionalidad de los tipos de interés negativos y se vuelve más prudente.
3. Los tipos de interés negativos demuestran deflación, por lo que se presume que se podrán comprar los bienes deseados más adelante a un precio inferior y se demora la compra.

Al final, el resumen es que se puede "llevar el caballo al río pero no se le puede obligar a beber".