Seamos sinceros: todos éramos conscientes de no merecernos la subida que vivimos en los precios de la vivienda. Los que nos aprovechamos, porque en el fondo era demasiado dinero fácil sin generar valor, y los que no, porque queríamos subirnos al carro. Creemos que en el fondo hoy sabemos que los precios de los pisos están inflados, respecto a la comida, al sueldo, al pasado...
Hasta ahora sólo estamos encontrando descuentos en los dueños "pillados". El que tiene una vivienda pagada, céntrica, se niega a bajar el precio. Es capaz de aguantar sin problemas la crisis y volver a ponerla en venta más adelante. Los compradores argumentan que no han bajado tanto, que lo bueno sigue caro. ¿Hay que esperar? Quizá sí para comprar.
La siguiente ola de vendedores serán los que perciban que los precios no se van a recuperar nunca, por lo que, cuanto antes se venda, mejor. Esto, a su vez, generará un goteo a la baja, nada brusco, pero muy duradero, tipo Japón.
No pasa nada por vender con descuento. En bolsa estamos acostumbrados: el último euro que lo gane otro. Si se quiere realmente vender, bajen bien el precio, pónganse competitivos. Seguramente aún así obtendrá suculentas plusvalías.
07/09/2009